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miércoles, 16 de enero de 2013

Ceremonia de Amarre de Tilma y Huipil en el Bosque de Águilas

El día 22 de diciembre por la tarde, el hombre de fuego colocó las 52 piedras entre los leños de pino y encendió la fogata. Los invitados al Amarre de tilma (prenda masculina) y huipil (femenina) se encontraban sahumados para entrar al recinto sagrado del temazcal. Así iniciamos la ceremonia mexica, con la purificación y preparación de los novios: Colibrí y César Daniel, como preámbulo a la ceremonia de la unión de sus esencias. 



Águila Real
Foto de Martha Tsoulfa

Océlot y César Daniel
Foto de Martha Tsoulfa

Bob y Colibrí
Foto de Martha Tsoulfa









En la tradición mexica, la comunidad participa en las celebraciones con un sentido de responsabilidad que trasciende las formas cotidianas. Intervienen los familiares, los padrinos y los amigos, entregando a los novios las simbólicas ofrendas preparadas con amor y profunda consciencia de lo que estas significan.



Amarre de tilma y huipil. Boda mexica. Códice



Ofrenda en el temazcal
La abuela Tonalmi condujo el ritual del temazcal. Fueron cuatro horas de purificación y cantos; de bendiciones y ataduras de almas.
Fuera, se preparó la ofrenda del altar dentro del círculo del fuego sagrado y sobre la estrella de Sirio formada con piedras de río. Se sahumó el espacio, las rosas, los crisantemos, las ceras.


Rafael y Eugenia con la abuelita Tonalmi                                      

Al salir del temazcal, los novios se vistieron de blanco. Los padrinos les colocaron las coronas de flores como símbolo del hogar que construirán y de la prosperidad de su amor. Primero avanzó César Daniel acompañado por los padrinos, lo siguió Colibrí custodiada por las madrinas, ambos  entre cantos y el sonido de los tambores (huéhuetl), las caracolas (atekokolli) y las sonajas (ayacaxtli). El camino se encontraba iluminado por las veladoras colocadas por los invitados; cada lucecita fue un vivo deseo de felicidad. En el círculo ceremonial del fuego sagrado los esperaba la abuela Tonalmi.


Acamapixtli había preparado el petátl cubierto por una sábana de pétalos de rosas, como símbolo del recipiente en el que contendrán los valores espirituales y la responsabilidad hacia el cónyuge y la familia que procrearán.


El lecho conyugal es sagrado dentro de la tradición, no sólo es un lugar, es el centro espiritual del hogar. En el petátl él descansará en ella y ella en él para encontrar una tregua a las dificultades de la vida y recobrar la armonía. Sobre el petátl se amarán y concebirán los herederos de su linaje; ahí, ella dará a luz a los nuevos guerreros. Los hijos recibirán las caricias de sus padres en las noches de tormenta y jugarán en los ratos de descanso hasta que caminen por sí solos. En las noches aciagas la pareja se abrazará uniendo sus corazones y en las de luna creciente se amarán sin descanso. Se profesarán amor y cuidados en la enfermedad, se acompañarán en la última despedida. 


Colibrí


César Daniel



Sentados sobre el simbólico petátl, la abuela Tonalmi unió, con la banda de algodón blanco ofrecida por la madrina, la mano derecha de Colibrí con la mano izquierda de César Daniel. Los padrinos de los alimentos se acercaron uno a uno dándoles los consejos para ser felices en su vida matrimonial y la cazuelita con el guiso que los representaba. Les entregaron los licores, los granos de café, de maíz, de frijol, de arroz, el tabaco. Cada regalo aludía a los deseos de abundancia material y espiritual que recibirán del creador y como producto de sus esfuerzos.
Leonos les regala el mole
Rafael obsequia y ofrece su consejo a los novios


















El mole poblano es una estupenda metáfora de lo que es el amor. Una combinación de ingredientes llevados a buen destino. ¿Quién imaginaría que la mixtura de chocolate, chiles ancho, mulato, pasilla y chipotle; jitomate, almendra, plátano macho, pasas, ajonjolí, clavo, canela, pimienta, sal, ajo, tortillas y por supuesto el guajolote, o en su lugar el pollo, serían una delicia al paladar nacional e internacional? Claro está que cada cocinera o cocinero le dan al mole una personalidad única dependiendo de la selección de los ingredientes, las cantidades a combinar, la inclusión de algún secretillo y su sazón. La preparación esconde un gran esfuerzo y en la degustación existe un enorme placer. No les di a Colibrí y a César Daniel una cazuelita con mole poblano, pero les regalo la analogía con todo mi amor. Sabe que los espero pronto en Bosque de Águilas con un mole nada metafórico, hecho en casa y muy poblano.



Los invitados permanecieron fuera del círculo del fuego sagrado integrados a través de las danzas y el movimiento de las banderas y estandartes. Con la luna en el cénit, llegó el punto más emotivo: El del verdadero compromiso, él a ella y ella a él, desde su corazón y con todo su ser. César Daniel le dio de comer y de beber. Colibrí correspondió al simbólico gesto que representa el alimento tangible e intangible que se procurarán por el resto de sus vidas.  







Hecho estaba. La bóveda celeste resplandecía por el titilar de las estrellas, el viento llegado de la Iztaccíhuatl regalaba caricias frescas. Los padrinos los ayudaron a ponerse de pie significando de la cercanía y cuidado que brindarán por siempre a la pareja; la abuela Tonalmi desató sus manos y ellos iniciaron una nueva danza seguidos por los invitados. Al final, la abuelita Tonalmi amarró la tilma de César Daniel con el huipil de Colibrí. Deberán conservarlos atados por siempre tal y como ellos permanecerán, porque la unión se llevó a cabo en la tierra y en los cielos. Ometeótl.









Convidamos a la noche con las danzas, los cantos y la cena. No recuerdo cuantas horas bailé, sólo tengo presente la enorme sonrisa de todos los ahí presentes, el sonido de los huéhuetl, las estrellas fugaces y unas cuantas extrañas luces que, por fortuna, logró captar el lente de uno de los asistentes. A las tres de la mañana nos fuimos a descansar plenos de esperanza y amor. 







Los novios despertaron cerca del medio día, o mejor dicho, Enrique y Rafael los levantaron con la canción especialmente escrita y musicalizada para ellos, por Enrique Quezadas Luna.









Después del desayuno los despedimos con profundo cariño. En unas horas muchos estarían en el Distrito Federal, en Cuernavaca, en Toluca, en Puebla, en Venezuela, en Argentina, en Chile, en España, en Alemania, en Estados Unidos y días después, nuestros amigos Griegos también sobrevolarían el Atlántico.


En el Bosque de Águilas esa noche se respiró nostalgia, la luna y las estrellas nos acompañaron. Rafael y yo pensamos que César Daniel y Colibrí también se encontrarían entretejiendo sus sueños.
Eugenia y Rafael 








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