El día 22 de diciembre por la tarde, el
hombre de fuego colocó las 52 piedras entre los leños de pino y encendió la
fogata. Los invitados al Amarre de tilma (prenda masculina) y huipil (femenina)
se encontraban sahumados para entrar al recinto sagrado del temazcal. Así
iniciamos la ceremonia mexica, con la purificación y preparación de los novios:
Colibrí y César Daniel, como preámbulo a la ceremonia de la unión de sus
esencias.
Águila Real Foto de Martha Tsoulfa |
Océlot y César Daniel Foto de Martha Tsoulfa |
Bob y Colibrí Foto de Martha Tsoulfa |
En la tradición mexica, la comunidad
participa en las celebraciones con un sentido de responsabilidad que trasciende
las formas cotidianas. Intervienen los familiares, los padrinos y los amigos,
entregando a los novios las simbólicas ofrendas preparadas con amor y profunda
consciencia de lo que estas significan.
Amarre de tilma y huipil. Boda mexica. Códice |
Ofrenda en el temazcal |
La abuela Tonalmi condujo el ritual del temazcal.
Fueron cuatro horas de purificación y cantos; de bendiciones y ataduras de
almas.
Fuera, se preparó la ofrenda del altar dentro
del círculo del fuego sagrado y sobre la estrella de Sirio formada con piedras
de río. Se sahumó el espacio, las rosas, los crisantemos, las ceras.
Rafael y Eugenia con la abuelita Tonalmi |
Al
salir del temazcal, los novios se vistieron de blanco. Los padrinos les
colocaron las coronas de flores como símbolo del hogar que construirán y de la
prosperidad de su amor. Primero avanzó César Daniel acompañado por los
padrinos, lo siguió Colibrí custodiada por las madrinas, ambos entre cantos y el sonido de los tambores (huéhuetl), las caracolas (atekokolli) y las sonajas (ayacaxtli). El camino se encontraba
iluminado por las veladoras colocadas por los invitados; cada lucecita fue un
vivo deseo de felicidad. En el círculo ceremonial del fuego sagrado los
esperaba la abuela Tonalmi.
Acamapixtli
había preparado el petátl cubierto
por una sábana de pétalos de rosas, como símbolo del recipiente en el que
contendrán los valores espirituales y la responsabilidad hacia el cónyuge y la
familia que procrearán.
El
lecho conyugal es sagrado dentro de la tradición, no sólo es un lugar, es el
centro espiritual del hogar. En el petátl
él descansará en ella y ella en él para encontrar una tregua a las
dificultades de la vida y recobrar la armonía. Sobre el petátl se amarán y concebirán los herederos de su linaje; ahí, ella
dará a luz a los nuevos guerreros. Los hijos recibirán las caricias de sus
padres en las noches de tormenta y jugarán en los ratos de descanso hasta que
caminen por sí solos. En las noches aciagas la pareja se abrazará uniendo sus
corazones y en las de luna creciente se amarán sin descanso. Se profesarán amor
y cuidados en la enfermedad, se acompañarán en la última despedida.
Colibrí |
César Daniel |
Sentados
sobre el simbólico petátl, la abuela
Tonalmi unió, con la banda de algodón blanco ofrecida por la madrina, la mano
derecha de Colibrí con la mano izquierda de César Daniel. Los padrinos de los
alimentos se acercaron uno a uno dándoles los consejos para ser felices en su
vida matrimonial y la cazuelita con el guiso que los representaba. Les
entregaron los licores, los granos de café, de maíz, de frijol, de arroz, el
tabaco. Cada regalo aludía a los deseos de abundancia material y espiritual que
recibirán del creador y como producto de sus esfuerzos.
Leonos les regala el mole |
Rafael obsequia y ofrece su consejo a los novios |
El
mole poblano es una estupenda metáfora de lo que es el amor. Una combinación de
ingredientes llevados a buen destino. ¿Quién imaginaría que la mixtura de chocolate,
chiles ancho, mulato, pasilla y chipotle; jitomate, almendra, plátano macho,
pasas, ajonjolí, clavo, canela, pimienta, sal, ajo, tortillas y por supuesto el
guajolote, o en su lugar el pollo, serían una delicia al paladar nacional e
internacional? Claro está que cada cocinera o cocinero le dan al mole una
personalidad única dependiendo de la selección de los ingredientes, las
cantidades a combinar, la inclusión de algún secretillo y su sazón. La
preparación esconde un gran esfuerzo y en la degustación existe un enorme
placer. No les di a Colibrí y a César Daniel una cazuelita con mole poblano,
pero les regalo la analogía con todo mi amor. Sabe que los espero pronto en
Bosque de Águilas con un mole nada metafórico, hecho en casa y muy poblano.
Los
invitados permanecieron fuera del círculo del fuego sagrado integrados a través
de las danzas y el movimiento de las banderas y estandartes. Con la luna en el
cénit, llegó el punto más emotivo: El del verdadero compromiso, él a ella y
ella a él, desde su corazón y con todo su ser. César Daniel le dio de comer y
de beber. Colibrí correspondió al simbólico gesto que representa el alimento
tangible e intangible que se procurarán por el resto de sus vidas.
Hecho
estaba. La bóveda celeste resplandecía por el titilar de las estrellas, el
viento llegado de la Iztaccíhuatl regalaba caricias frescas. Los padrinos los
ayudaron a ponerse de pie significando de la cercanía y cuidado que brindarán
por siempre a la pareja; la abuela Tonalmi desató sus manos y ellos iniciaron
una nueva danza seguidos por los invitados. Al final, la abuelita Tonalmi amarró
la tilma de César Daniel con el huipil de Colibrí. Deberán conservarlos
atados por siempre tal y como ellos permanecerán, porque la unión se llevó a
cabo en la tierra y en los cielos. Ometeótl.
Los
novios despertaron cerca del medio día, o mejor dicho, Enrique y Rafael los
levantaron con la canción especialmente escrita y musicalizada para ellos, por
Enrique Quezadas Luna.
Después del desayuno los despedimos con profundo cariño. En unas horas muchos estarían en el Distrito Federal, en Cuernavaca, en Toluca, en Puebla, en Venezuela, en Argentina, en Chile, en España, en Alemania, en Estados Unidos y días después, nuestros amigos Griegos también sobrevolarían el Atlántico.
En
el Bosque de Águilas esa noche se respiró nostalgia, la luna y las estrellas
nos acompañaron. Rafael y yo pensamos que César Daniel y Colibrí también se
encontrarían entretejiendo sus sueños.
Eugenia y Rafael |
No hay comentarios:
Publicar un comentario