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jueves, 28 de febrero de 2019

Las huellas de la sombra

Conocida como shadow teacher, sombra o acompañante, su función es apoyar al niño, dentro del salón de clases, cuando presenta un comportamiento que impide o entorpece el adecuado desempeño educativo. 
No analizaremos los factores psicológicos, del desarrollo motriz o intelectual, que pueda presentar el niño, y que ameritan el apoyo, sino los elementos organizacionales que favorecen el trabajo del acompañante o sombra.
Cuando un niño requiere de un acompañante en la escuela, obedece a la necesidad de modificar ciertas conductas manifestadas en ese ambiente, y que entorpecen el propio desempeño escolar, e interfieren con las condiciones necesarias para que la profesora pueda cubrir el programa. 
Un niño que continuamente se levanta de su lugar, no obedece, silba, habla sin control, molesta a sus compañeros o no presta atención, rompe con la dinámica de la enseñanza y el clima de armonía necesarios. 
En el preescolar y en los primeros años de la educación primaria es cuando mayormente surgen este tipo de conductas. En esta etapa de la vida se desarrollan las habilidades de auto-control, sociales y de convivencia, indispensables para el futuro éxito escolar. 
Para el acompañante es indispensable conocer el perfil intelectual y psicológico del niño que va a apoyar. Deberá tener claros las reglas y lineamientos de la escuela, así como mantener una comunicación abierta tanto con las profesoras como con las autoridades directamente relacionadas con el niño. No está en sus funciones, ni es deseable, interferir con la autoridad de las profesoras, ni tampoco intervenir en su labor educativa. 
En el modelo ideal deben sumarse educadores, psicólogos, consejeros, directores, o cualquier otro especialista, para la consecución de los objetivos: lograr la modificación de las conductas no deseadas y favorecer el aprendizaje del niño. Todo esto en comunicación estrecha con los padres de familia quienes recibirán asesoría, por parte del acompañante, para desde el hogar reforzar la labor de la escuela y del acompañante. Congruencia, consistencia y coordinación son las claves del éxito.   
Comparamos el trabajo de una acompañante que intervino, con dos niños en situaciones similares, en dos colegios distintos.
En el colegio 1 se efectuó una junta inicial con la directora, las dos profesoras y los padres de familia. Se establecieron las metas y el acompañante expuso el modelo  de intervención. Se llevó un registro preciso de las conductas, las variables que intervinieron, la interacción entre los alumnos y del niño con respecto a ellos. En todo momento se contó con la colaboración de las maestras, directora y padres de familia. A la mitad del periodo de intervención se realizó una segunda junta en la que se comentaron los resultados, tanto de los avances como de las metas aún no alcanzadas. 
En el colegio 2 no se dieron las condiciones deseables. No hubo participación de la directora, la psicóloga, y las profesoras mantuvieron una comunicación superficial, sin involucrarse. 
En ambos colegios se consideró que la capacidad de las profesoras y el método de enseñanza fueron de alta calidad. 
Los resultados en el colegio 1 fueron satisfactorios, y en el colegio 2 se dudó de la profesionalidad y eficiencia de la acompañante.


Es evidente que sumar esfuerzos lleva a la consecución de las metas. Conocer el trabajo del acompañante, escuchar sus comentarios y sugerencias, favorece directamente al niño. Cuando la estructura organizacional no es flexible e incluyente, el trabajo del acompañante se verá seriamente afectado.

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