“Los árboles son estrellas de la tierra;
cada árbol que se tala
es una
estrella que se apaga en el cielo”
Al centro del
universo y en el rumbo del oriente, vivía el guardián de ese lado del cosmos.
Cansado después de haber pasado siglos observando planetas aparecer y explotar
convertidos en partículas diminutas, se quedó dormido. Cuando al fin despertó,
observó que habían cambiado las tonalidades de aquella lejana esfera iluminada
por unos de los soles.
Surgía de entre
el claroscuro, vistiendo nebulosas en todos los tonos imaginables de azul. Asombrado,
el guardián se acercó hasta descubrir enormes seres vestidos, en su mayoría, de
color esmeralda. “Son los Hermanos de Pie, los árboles. Fueron creados para cuidar
de la Madre Tierra, la de los cientos de nombres: Gaia, Pachamama, Coatlicue, Tonantzin,
Terra, Danu, Geb, Mapu, Iriria, Umani, Nuke, Mahimata, le dijo el guardián del
rumbo del sur. Por cada árbol nace una estrella y con cada estrella se deposita
un árbol en la Tierra, así se mantiene el balance en el universo”.
Al centro del
universo y en el rumbo del oriente, vivía el guardián de ese lado del cosmos.
Cansado después de haber pasado siglos observando planetas aparecer y explotar
convertidos en partículas diminutas, se quedó dormido. Cuando al fin despertó,
observó que habían cambiado las tonalidades de aquella lejana esfera iluminada
por unos de los soles.
Surgía de entre
el claroscuro, vistiendo nebulosas en todos los tonos imaginables de azul. Asombrado,
el guardián se acercó hasta descubrir enormes seres vestidos, en su mayoría, de
color esmeralda. “Son los Hermanos de Pie, los árboles. Fueron creados para cuidar
de la Madre Tierra, la de los cientos de nombres: Gaia, Pachamama, Coatlicue, Tonantzin,
Terra, Danu, Geb, Mapu, Iriria, Umani, Nuke, Mahimata, le dijo el guardián del
rumbo del sur. Por cada árbol nace una estrella y con cada estrella se deposita
un árbol en la Tierra, así se mantiene el balance en el universo”.
El guardián del
oriente acercó su mano de viento y los movió. Dejó caer lluvia y los bañó. Jugó
con ellos hasta hacerlos reír. Pronto, las risas llegaron al que está cerca, al
lado y alrededor de las cosas: el Tloque Nahuaque, también llamado: Moyocoyani,
(aquel que se creó a sí mismo). Al
escuchar a los Hermanos de Pie reír, el Tloque Nahuaque, dueño de las cinco
edades del mundo y cinco soles, decidió que ya era tiempo de sembrar a los
hombres.
(Fragmento de: “Raíces de fuego” de María Eugenia Bear Sanz)
El día 24 de agosto recibimos en El Despertar a Colibrí, a
Alejandrina Pedro Castaneda, abuelas del Consejo de Sabiduría Ancestral y a
Héctor Sansón, integrante del mismo. Un día de viento suave y templado listo
para recibir a los primeros cinco árboles que serían plantados por Mafer
Gutiérrez y los niños Raymundo y Santiago Zárate; Andrea y Armando Jiménez.
El primer árbol frutal fue bautizado con el nombre de
Pakal. Lo consideramos significativo puesto que sin saberlo, el pequeño Santi
estableció un vínculo invisible con el mundo maya. Cuidaré del árbol con
especial cariño, por llevar el nombre de tan excepcional y enigmático rey del
pasado, y por ser el primero de los 5 millones de árboles que pretendemos
plantar en México, más los que se logren plantar en el resto del mundo.
El Consejo de Sabiduría Ancestral pretende “Sembrar el
Cielo en la Tierra”.
Nuestro Encino El Árbol sagrado de El Despertar |
“Invitamos a todas las Asociaciones Civiles, Organizaciones
Sociales, comunidades originarias-indígenas, Colectivos, Ambientalistas,
Guardabosques, Guardianes de Tradición, Kalpulis, Ecologistas, etc., a formar
parte de esta Gran Misión de convocar a todo ser humano del Planeta a plantar
árboles, generando una actitud responsable permanentemente hacia nuestros
“hermanos de Pie”, los árboles.
Ésta invitación surge como una urgencia al escuchar la voz
de Nuestra Madre la Tierra, quien padece las consecuencias de nuestras acciones
inconscientes, generando un grave desequilibrio ecológico, entre ellos el
sobrecalentamiento global.
Anualmente se pierde 120,000 km2 de bosques templados y
húmedos y una especie por día. Los gases
de efecto invernadero, ya no pueden ser absorbidos por los mecanismos que
naturalmente mantenían en equilibrio la composición química de la atmosfera
antes de la Revolución Industrial del Siglo XVIII. Más de 3,500 millones de
toneladas anuales se acumulan en la atmósfera, mientras que a diario se siguen
talando miles de árboles. El Reino Vegetal, es el generador de oxígeno, a
través de la fotosíntesis es como
absorben el CO2, convirtiendo en carbohidratos y regenerando el oxígeno.
Recientemente “en algunos lugares de la Tierra se rompió
hace días la barrera de las 400 ppm (partes por millón) de CO2, lo que puede
conducir a desastres socio-ambientales de gran magnitud. Si no hacemos nada
consistente, podremos conocer días tenebrosos. No es que no se pueda hacer nada
más. Si no podemos detener la rueda, podemos sin embargo reducir su velocidad.
Podemos y debemos adaptarnos a los cambios y organizarnos para mitigar los efectos
perjudiciales. Ahora se trata de vivir con radicalidad las cuatro erres:
reducir, reutilizar, reciclar y reabastecer.”
De no estar a tiempo de
revertir el daño que le hemos causado a la Tierra, al menos hagamos un gran
intento mundial para que siga acrecentándose. Todos necesitamos de ella,
necesitamos de su vida para que la nuestra perdure.
Los árboles han sido reconocidos en todas las culturas, por
ejemplo en las Islas Tonga, al sur del océano Pacífico, se dice que los hombres
son brotes nuevos del "Árbol del Mundo", mientras que en las Islas de
Almirante y en las de Banks existe la creencia de que el hombre fue creado
tallándolo en el tronco de un árbol. Los Egipcios representaban a la diosa de
la tierra emergiendo de un árbol del que forma parte, ofreciendo su pecho como
fuente de visa.
[1] www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=565
Ética a partir del calentamiento global. 2013-05-26
La Kábala judía representa las emanaciones de la Divinidad en un árbol: las Sephirot.
Los Bosques fueron lugares sagrados para los pueblos
Iberos. Sus Santuarios estaban en medio de arboledas, cerca de una cueva y
bañados por un manantial. Ese culto a los árboles sigue perviviendo entre
nosotros, como en Galicia donde se sigue plantando un roble en las Iglesias.
El árbol es un símbolo de todo el cosmos, no sólo en
sentido físico, sino también moral
El Roble, árbol sagrado de los Druidas Celtas, es el
símbolo de la fortaleza y es un árbol protector . El cedro fue venerado por los
antiguos cristianos de Líbano. Los Judíos y Musulmanes también lo veneran pero
cada uno de ellos por razones distintas. la Madera de una variedad de Acacia
del desierto de Egipto fue utilizada según la Biblia para construir los objetos
más sagrados y secretos, El tabernáculo y el Arca de la Alianza (Poderosa
arma de Guerra). Para los Budistas el BO es un árbol sagrado ya que Gautama
Buddha meditaba sentado bajo sus ramas cuando descubrió el nirvana, y el árbol
Bayan es adorado por los Hindúes que creen que Brahma se transformó en él. En
la antigua Roma, durante la primavera, un pino que simbolizaba a ATTIS, la
diosa Cibeles, del amor y de la fertilidad (NACIDA DE UN ALMENDRO) era llevado
hasta su templo, en el monte palatino.
En la cultura mesoamericana la integración a la vegetación y
a los árboles sobrepasaba el nivel de subsistencia. Estos últimos configuraron
incluso el ordenamiento mítico en su dimensión vertical. Fueron utilizadas más
de 700 especies y de ellas el mundo entero se ha beneficiado. Gracias a este
acercamiento con sus árboles y plantas el mundo mesoamericano logró
desarrollarse y florecer.
Los árboles no solo fueron venerados sino que sus beneficios
y utilización no se limitaba a la producción de madera, o sombra sino que
encontraron centenares de servicios como alimentarios, medicinales, tinturas,
deportivas además de sus beneficios ambientales.
La Ceiba es el más conocido por su
carácter sagrado, pero también lo fue el árbol ramón, de madera dura y utilizado
tradicionalmente en Yucatán para la construcción, pero su fruto y su semilla
son comestibles y en muchas ocasiones salvó las necesidades alimentarias de una
población numerosa, el Tacu o Algarrobo, árbol sagrado principal fuente de
alimento del pueblo Nación Camichinhom. Los frutales proporcionaron sustento
valioso como son el aguacate, el zapote, el mango, el ciruela,
el chicle y el cacao entre los más conocidos. El dinero, más bien la riqueza
literalmente crecía en los árboles.
Una leyenda popular dice que los árboles son las estrellas,
por lo tanto cada árbol que nace es una estrella iluminada en el cielo, y cada
árbol que se tala es una estrella que se apaga en el cielo.
Por ello sembremos los cielos en la Tierra, iluminemos los
bosques con estrellas para que esta hermoso Planeta siempre esté iluminado.
En conjunto apoyaremos a los hermanos de Barkina Faso de
África, quienes con la venta de collares artesanales nativos, compran árboles
de mangos, para que al crecer brinden alimento, sustento debido a que se genera
intercambio de otros alimentos y sombra.
La propuesta es la auto-organización, autogestión en
familias, en comunidades, en grupos en estados para reforestar todas las zonas
que requieran enriquecerse de estas maravillosos seres que nos brindan oxígeno,
humedad, agua, alimento, sombra, evitan la erosión de la Tierra, nos
proporcionan papel, servilletas, madera para puertas, mesas, pisos, casas, etc…
por ello tenemos la urgencia de ser recíprocos con ellos y apoyar al equilibrio
climático.
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