Mucho
se ha avanzado en el complejo mundo occidental a favor de la libertad de
expresión. Falta, aún falta, pero el camino es el correcto, simplemente queda
hacerlo anteponiendo el respeto. Expresar con respeto, con el lenguaje que
lleva a la comunicación y busca el entendimiento, estemos o no de acuerdo con
lo expresado por otros.
Justo es la diversidad la que lleva al enriquecimiento.
La abuela Tonalmi nos ha enseñado a "cuidar la palabra" porque todo lo que expresamos es una energía que edifica o destruye. ¿Qué contienen nuestras palabras? ¿La manifestación del pensamiento? ¿Las emociones? ¿Somos conscientes de lo que expresamos o son meras repeticiones automáticas? ¿De qué parte de nosotros brotan las palabras? ¿Nacen de nuestras carencias?
De ahí que hoy reflexionara acerca de mi libertad de expresión, de la responsabilidad que tengo con mi propio ser y hacia los demás.
Gracias a quienes me han dejado comentarios. Por alguna misteriosa razón no he podido responderles de manera personal. Ofrezco una disculpa por haberme ausentado del blog, no así del trabajo en Bosque de Águilas.
Mañana, en El Despertar en el Bosque de Águilas, realizaremos la ceremonia para agradecer por las lluvias, la fertilidad de la Madre Tierra y pediremos por la prosperidad de nuestros campos de cultivo. Con esto me refiero a los de mi querido Estado de Puebla, a los de México y a los del planeta entero.
Saber que en el siglo XXI persiste el hambre, duele. Hiere el saber que a pesar de los avances tecnológicos, el ser humano aún se atrapa en la lucha de egos, le ciega el poder y olvida esos rostros desencajados y suplicantes.
Don Lucio Campos, nuestro querido maestro nos enseñó a mirar al cielo, a pedir las lluvias, a agradecer a la Tierra. Siempre preocupado por el alimento (espiritual y físico) para "este rebaño", el que habita el planeta. El rebaño que siempre preguntaba lo obvio y a lo cual él siempre respondía: "no te hagas pendejo, tú sabes la respuesta".
Mañana, muchos de nosotros miraremos a las cuatro direcciones, elevaremos la mirada al cielo, posaremos una rodilla en la Tierra y la mano derecha, para decirle: "gracias". Tendremos las preguntas flotando a nuestro alrededor y espero que (permitiéndome la expresión del maestro), no nos hagamos pendejos.
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