Hoy
llegó a mis manos un libro llamado: Lecciones
para volar, para una bruja moderna, de Lilyán de la Vega, editada por
Vergara editores.
Una
edición elegante, con tipografía del tamaño ideal para quienes gozamos de vista
experimentada (cansada) y el papel en ese tono blanco roto, maravilloso, que
hace de la lectura un momento placentero. El gráfico de la portada ilustra el
título. Al abrirlo se encuentra la fotografía de la autora, pero ese comentario
lo dejaré al final.
Desde
hace un tiempo dejé de leer temas de superación personal y autoayuda; no
externo las razones porque sería un tema largo, polémico y tedioso. Con la
sonrisa en los labios, Lilyán lo dedicó al equipo de Psicología Creativa
durante la sobremesa del desayuno. Lo recibí agradecida puesto que valoro con
respeto y admiración, a todos los escritores, sin importar el género o el
estilo. Sin embargo, y lo confieso, pensé: ¡Otro refrito del amor en caldo de
pollo, o cambia tu vida en cinco minutos, o los hombres y mujeres en planetas
distintos! Mientras continuaba la plática entre los comensales inicié la
lectura. Una luz, hace tiempo apagada, comenzó a titilar entre mis neuronas y
luego en el corazón.
Les
comparto lo que la autora me contó y dejaré que ustedes descubran el tesoro
contenido en las 228 páginas.
La
madre de Lilyán vivía en un lugar similar al mío, es decir, en el bosque. La
casa era pequeña y se encontraba rodeada de vegetación. En una de las
frecuentes visitas de Lilyán, su pequeña hija, de 3 años, le preguntó a la
abuela si era una bruja, porque había visto la escoba de varas a un lado de la
casa.
Claro
que sí, le contestó la abuela, ante el ingenioso y sorpresivo comentario.
Enséñame a volar, le pidió entusiasmada. Lo haré cuando estés preparada. Poco
después, la madre de Lilyán fue llamada a ese enigmático mundo más allá de
nuestro planeta tierra. La pequeña se entristeció al perder a su abuela: la
bruja maravillosa que le enseñaría volar.
En Lecciones para volar, la abuela comienza
a enviarle mails a su nieta y la prepara, paso a paso, por medio de rituales
inteligentes y profundos, en el arte de volar a la vida.
Me
permito compartir las dedicatorias: “Para Sabina, por enseñarme a ver más allá
de las princesas”. “Para Alis, por su alegría, por su magia. Por enseñarnos a
volar”.
Podría
hacer una lista de las publicaciones que recordé al leer Lecciones para volar, pero ninguna contiene el ingenio y la
frescura en la narrativa. ¡Lilyán tiene razón, las princesas son aburridas!
Es
un libro optimista, esperanzador, amoroso y con respuestas hacia preguntas
fundamentales. En resumen: posibilita la apreciación de la existencia. La
fotografía de la autora revela con fidelidad la impresión real: una sonrisa
auténtica y decenas de mundos amorosos en la mirada. Mi enhorabuena, Lilyán, y
mi cariño.
1 comentario:
Querida Eugenia, me hiciste sentir muy honrada con tu hermoso publicación. Te agradezco de corazón el que le hayas dado el beneficio de la duda a Lecciones para Volar y que me hayas permitido así llevar un poco de la magia de Alis a tu corazón y a tu bosque con aire de volcanes. Por cierto, ¡qué hermoso lugar el tuyo! Cuando llegué a la cabaña que me fue asignada no pude evitar pensar en la cabaña de Alis. Como en aquella, había un búho colgado a la entrada... de esas coincidencias maravillosas de la vida. Un abrazo con mucho cariño.
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