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La consciencia
planetaria se refiere al sentido de
pertenencia a la Tierra, debiera ser natural, sin embargo, debido los sistemas social y educativo en los que estamos inmersos, se ha perdido la conexión con el resto de los seres y con nosotros mismos. Todos formamos una red compleja, en la que se incluyen todas las formas de vida. Es indispensable conservar los recursos generados por
el planeta y vitales para la supervivencia del humano, puesto que el hombre no
existiría sin el plantea, pero el planeta continuaría su desarrollo sin el
hombre.
Sin embargo no es tan simple. Cada especie animal y vegetal, cada
recurso mineral, sostiene la existencia de otros muchos más, por ejemplo, por
cada especie de planta que desaparece en la tierra, se extinguen alrededor de
30 especies animales que dependían de ella. Podemos consultar las alarmantes
estadísticas y la diversidad de estrategias para detener la catástrofe, sin
embargo, mientras no desarrollemos una consciencia planetaria, especialmente en
los niños, nos espera un futuro complicado debido a la sobrepoblación de la
especie humana.
Al cultivar la responsabilidad planetaria, se implementarán
acciones sociales, económicas, tecnológicas y ecológicas para salvaguardar los
recursos y optimizar la vida en el planeta.
¿Y los niños? ¿De qué manera impacta sus vidas el desarrollo de
una consciencia planetaria?
La responsabilidad hacia las generaciones futuras
(intergeneracional), ampliamente explicada por los abuelitos de las diferentes
culturas del pasado y del presente, se dirige a la visualización del mundo, siete
generaciones posteriores a la nuestra. Planificar el presente, de manera tal, que
trescientos años después podamos garantizar a nuestros descendientes, un planeta verde-azul y en
equilibrio.
Los años actuales nos enseñaron a encontrar la felicidad en el
consumo y en el ahora. Los estudios recientes demuestran lo nocivo de los
alimentos preparados, la contaminación por las industrias, vehículos, armas y
demás artefactos que en un principio debían haber estado a nuestro servicio.
Nos muestran las consecuencias negativas debidas a la falta de planificación.
Cada vez son más números los grupos de personas, a lo largo del
planeta, que cambian su estilo de vida por uno biodiverso y afín a la
naturaleza. En países desarrollados como Noruega, se ha propuesto el desarrollo
de una consciencia planetaria como parte del aprendizaje, desde los primeros
años de vida. Arne Naess (1912-2009), trabajó
intensamente en propuestas relacionadas con la ecología, “consciente de que la
supervivencia y la plenitud de la naturaleza y la humanidad requieren cambios
radicales en nuestra sociedad y en la forma como vemos nuestro lugar en el
mundo”.
Arne
Naess, junto con el también filósofo George Sessions, formularon los ocho
puntos clave de la ecología profunda, los cuales me permito compartir:
Todos
los seres vivientes tienen valor intrínseco.
La
diversidad y riqueza de la vida tienen valor intrínseco.
La
humanidad no tiene ningún derecho de reducir esta riqueza y diversidad, salvo
para satisfacer necesidades vitales
.
Si
fuéramos menos, sería bueno para los seres humanos y mucho mejor aún para los
otros seres vivientes.
El
grado actual de interferencia humana en los diversos ecosistemas no es
sostenible, y esta insostenibilidad crece, cada vez más.
Una
mejora real requiere cambios considerables: sociales, económicos, tecnológicos
e ideológicos.
Uno
de los cambios ideológicos radica en buscar una mejor calidad de vida en vez de
un nivel de vida más alto.
Los
que acepten estos puntos tienen la responsabilidad de intentar contribuir, de
forma directa o indirecta, a que se realicen los cambios necesarios.
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