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martes, 27 de enero de 2015

El hombre de maíz


Es un honor presentarles fragmentos de la conferencia titulada: El hombre de maíz, ofrecida por doña María Guadalupe Retiz, a quién todos conocemos como la abuelita Tonalmitl. 
Desde los 27 años inició en la Mexicayotl guiada por su esposo y a partir de ahí ha estudiado a profundidad los códices Borgia y Boturini (o tira de la peregrinación). Se le ha reconocido internacionalmente como portadora de la sabiduría ancestral del pueblo mexica y desde hace 22 años es la guardiana de La Danza de la Luna. Su trayectoria es extensa y quizás lo más importante es el trabajo que ha llevado por contribuir al fortalecimiento de la esencia femenina, para que la mujer tenga una mente clara y precisa acerca de su papel en la tierra, y un corazón lleno de amor.
Dentro del Encuentro Internacional: “Hacia un humanismo Integral, Educación para la Evolución”, el día 16 de enero de 2015, la abuelita Tonalmitl nos compartió el mensaje que desde el pasado se ha repetido a las mujeres. Enlaza la esencia femenina con el cultivo del maíz, con la educación, porque tanto hombres como mujeres tenemos una responsabilidad hacia nosotros mismos y para con la Madre Tierra.

Así como la educación, el maíz es el sostenimiento de la vida, ha llegado e influido a las naciones del mundo, ha caminado, ofrecido grandes beneficios en la alimentación y cuando el ser humano mantiene las raíces bien cimentadas sobre la tierra, es cuando tiene fuerza en la existencia y voluntad para compartir lo que tiene con los demás.
Y de los grandes y muy numerosos conocimientos de los antiguos, en el pedacito de la Madre Tierra que es México, surgieron numerosas leyendas para transmitirnos lo que ellos pensaban para explicar la creación.
Se cuenta que en la tierra no había nada, no existía la vida y todavía no tenía color, no tenía presencia, entonces se le pidió a Pitzintecuhtli, el sol recién nacido, que viniera a dar color a la vida, color a la naturaleza. Él llegó con grandes vasijas llenas de colores que había tomado del arcoíris, con mucho amor y dedicación. Por muchos días pintó flores, árboles, fuentes, grandes lagos, y grandes montañas, así fue como llegó un día y lo presentó a su padre el Sol. Él dijo: “pero no tienes amigos”, y se dieron cuenta de que hacían falta muchas cosas. El padre Sol le pidió a su hijo que subiera al treceavo y preciado cielo a pedir, para que la Madre Tierra poseyera esa gran creación, esa gran fuente que representa el sonido de los pájaros, el sonido del agua que corre en las hermosas piedras.
En treceavo cielo conoció a un mujercita llamada Mayacoy, ella había perdido su corazón. Accedió a bajar a la tierra con él y juntos generaron la fuerza del amor, el amor romántico, el amor filial, el amor a todo lo que existe y aun así, todavía no existía todo sobre la tierra. Fue necesaria la presencia de una gran mujer: Xochiquetzal, la esencia femenina por excelencia. Ella vivía Tamoanchán (a la orilla). Ahí tenía un gran palacio y ahí conocía a grandes príncipes y señores pero ninguno había tocado su corazón.

Pero un día conoció a Pitzintecuhtli, el señor niño, el sol recién nacido. Bajo con él a la tierra y en una cueva hicieron sus bodas, su ceremonia ritual, su ceremonia de amor.
A ella le habían dicho que si bajaba a la tierra, se convertiría en un ser mortal, pero tenía la necesidad de hacerlo. En la tierra, Xochiquetzal fue favorecida con el gran atributo de concebir a un ser humano. Empezó su proceso de gestación y al volver a su palacio se dio cuenta que llevaba en su vientre ese hermoso fruto de vida. Empezó a soñar con él y a darle vida en su mente, en su cuerpo y en sus sentidos. Se dice, se cuenta, que fue la primer mujer que hizo del acto sexual un acto de amor, que fue la primera mujer que concibió, la primera mujer que fue a la guerra y la primer mujer que parió en un campo de batalla.
Otra versión nos habla de que a esa gran mujer la vio un ser al que llamamos Tezcatlipoca, ese hombre, o esa esencia, o esa energía, se enamoró de ella y soñaba con ella.
La abuelita Tonalmitl recitó un poema del cual extraje el siguiente apunte: La vio vestida por una serpiente, ceñida con una serpiente. La vio atándose los cabellos. Tezcatlipoca lloró, se afligió. Pensó que podía ser una diosa, una mujer con gran poder y él un pobre hombre, un enemigo. Se sintió celoso al pensar que quizás ella pertenecía a un príncipe y deseó llevarla con él, al que le crujían las coyunturas, el que lloraba; el que aulló por la mujer. Xochiquetzal se encontró en el lugar de la podredumbre, sintió los dolores de parto y murió.

Otra versión dice que al verse en ese lugar de la podredumbre y sentir los dolores del parto se afligió, al no tener con qué recibir a su hijo. Se arrancó entonces su precioso pelo y con él hizo una camita. En cuanto lo tuvo en sus brazos se dio cuenta que era un ser muy especial. Su cuerpo estaba formado por todas las semillas, su pelo eran raíces. Él lloraba chía, sus uñas las formaban los diferentes tipos de maíces, su cuerpo camotes de la tierra, los dedos cacahuates, todo en él era naturaleza y sabiendo el nuevo ser la fuerza de su destino se enterró en la tierra. Desde entonces existen los alimentos para los seres humanos y desde entonces tenemos la presencia de la vida, porque gracias al sacrificio de su amor tenemos con qué alimentarnos. A él le llamamos Centéotl, el maíz sagrado, el maíz poderoso de la tierra.
Todo esto lo sabemos por los diferentes poemas recopilados por diversas personas, comentó la abuela Tonalmitl.


Las enseñanzas del pasado nos dicen que Xochiquetzal, representa los atributos de la mujer: fortaleza, poder, saber amar con el amor de mujer que se entregó en esencia y en espíritu. Fue la primera mujer que vivió en el Cihuatlampa, en el rumbo del poniente, el que recibe al Padre Sol cuando baja en su camino. Allá está ella, arreglándolo todo, cantándole, danzando con todo su amor y energía, porque para eso es la mujer.
Nuestro mejor trabajo es el trabajo femenino. Queremos que la mujer se empodere, pero es mejor decir: que se sienta mujer, capaz de enfrentarse a la vida, de enfrentar sus retos, de no sentirse menospreciada, rebajada, humillada o trastocada en lo más mínimo de su esencia. Que sea capaz de generar la vida, porque cuando la mujer no pueda generar la vida, consideraremos que la vida se ha acabado, que la esencia del ser humano no puede caminar sobre la tierra.
Por eso queremos que la mujer pueda ser capaz de hablar frente al publico, hacer cualquier trabajo, llevar a cabo negociaciones. Sea capaz de manejar una empresa, de llevar cualquier responsabilidad sobre sus hombros, sin dejar, sin abandonar a su compañero; la mujer hará que sean una familia completa. Eso buscamos de la mujer, lo que pensamos que debemos inculcar a la mujer, que se sienta una sacerdotisa y pueda hacer un canto de amor a la vida y al gran espíritu.  


El maíz es una planta que apareció en estas tierras y forma una base cultural en el sentido más profundo del término, porque no existiría sin la intervención inteligente y oportuna de la mano del hombre, ya que no es capaz de reproducirse por sí mismo. Más que domesticada, la planta del maíz fue generada por el trabajo humano. Al cultivar el maíz el hombre también se cultivó a sí mismo. Las grandes civilizaciones del pasado y la vida misma de millones de mexicanos de hoy, tienen como fundamento el maíz generoso y ha sido un eje fundamental para la re creatividad cultural de cientos de generaciones. Exigió el desarrollo y perfeccionamiento continuo de innumerables técnicas para cultivarlo. Condujo al sufrimiento de una cosmología y de creencias y prácticas religiosas que hacen del maíz una planta sagrada.   

La conferencia fue extensa y rica en contenido, acompañada de un canto al espíritu, a la vida, a la esencia femenina y al trabajo conjunto del hombre y la mujer. 

Tlazocamati abuelita Tonalmitl
        


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