Para
seguir a Lola se debe abrir el corazón. Escuchar y pensar con el corazón. Mirar
y comprender con el corazón. Lola invita en cada una de sus acciones, de sus
diálogos, a conectarnos de manera diferente y sensible con nuestro Ser.
La
sabiduría ancestral vista como cimiente de una cultura autosustentable, lleva a
pensar con el corazón y conecta, en primera instancia, con la naturaleza. La
naturaleza traducida en palabras de amor y sabiduría.
“No
me escuchen tanto a mí, sino comiencen a escucharse a ustedes mismos”.
“Antes
de solucionar los problemas de una cultura o una sociedad, debemos iniciar por
las células que conforman la sociedad mundial y hablo de unidad. A partir de la
palabra unidad quisiera iniciar con: ¿Soy yo autosustentable? ¿Qué necesito
para serlo? ¿Qué necesita mi Ser? Y para saberlo requiero saber quién soy, que
no es lo mismo a qué soy o qué hago”.
“Les
hablaré del camino andino, el que sólo puede recorrer el peregrino y nadie más
puede hacerlo por él. El territorio Inca fue enorme, formado por seres en
armonía y comunicación con la tierra. Ellos jamás conquistaron a través de la
violencia. Ellos tenían la ley de la reciprocidad: una vez es para ti, la otra
para mí, y así fue como formaron una rueda de amor, de correspondencia”.
“En
el camino andino no sólo es importante aprender de la naturaleza, sino también
de nosotros, porque nosotros somos naturaleza y no podemos apartarnos de esa
sabiduría.
Somos
tierra. Si nos duelen las plantas de los pies, las rodillas, las caderas, la
columna, es porque no están firmes, porque no se encuentran conectadas con la
tierra. Nuestro Ser se encuentra desvinculado de la tierra.
También
somos agua. El agua está relacionada con nuestras emociones. Podemos
preguntarnos si somos un lago de montaña tranquilo o un tsunami que desborda el
Ser. Si estamos en calma, el hígado estará tranquilo, aprenderé a perdonar y a
estar libre de culpas, de ira. ¿Cómo funciona mi intestino grueso? ¿Fluye o se
encuentra estancado? ¿Está conectado con los demás? ¿Me duele el estómago, se
hincha, está lleno de frustraciones o fluye como un río de montaña?
Sientan
sus aguas, sus sistemas. Piensen: yo soy naturaleza, soy fuego, me conecto con
el padre sol quien acoge mis pulmones. ¿Cómo están? ¿Hay alegría o me lleno de
tristezas en lugar de mirar el sol, o encender un fuego interno para tener
energía y seguir adelante?
El
desamor enferma el corazón y extingue el fuego. Encendamos el fuego y demos
gracias al sol porque cada día sale y nos llena con su energía.
También
somos viento. Pidamos que se lleve los malos pensamientos; dejemos de
molestarnos cuando nos llega a la cara.
Busquemos
el equilibrio entre los cuatro elementos, tomemos consciencia y vivamos en paz.
Ya
es tiempo de tomar consciencia. Es tiempo de dejar nuestra vieja piel, como lo
hace la serpiente, para seguir evolucionando. Es tiempo de no sólo mirar un
colibrí, sino de ser colibrí y tomar la vida con alegría; tomar el aquí y el
ahora con alegría. Tiempo de salir como el cóndor y aprender a volar.
El camino
se anda día a día tal y como se trabaja la tierra. La tierra tiene sus tiempos,
de preparación, de siembra, de cuidados, de cosecha. Así es como se crea una
sociedad autosustentable.
Inicia
al reconocemos como naturaleza, como un ser en la tierra, un ser amoroso. El
camino del Inca recorre valles, reconoce plantas, árboles, hasta que puede ser
árbol, montaña o viento.
En
las montañas se encuentra la sabiduría, vayamos a las montañas aunque sea con
la imaginación, con la intención y pidámosles a los espíritus de las montañas
que nos den la sabiduría. Confíen en esa primera intuición que es la que se
conecta con el corazón y luego llévenla al corazón de otros hermanos.
Ser
un andino hoy, nada tiene que ver con la raza, con el color de piel, con la
consanguineidad, tiene que ver con el nivel de conciencia, con una entidad
luminosa como hijos del sol e hijos de la Pachamama. Vivir coherentes de
acuerdo nuestra realidad, tiene que ver con la toma de consciencia de que si
somos autosustentables, entonces la sociedades de toda la tierra lo serán. Es
tiempo que pensemos en ríos limpios en países en paz, quizás ni siquiera en
países, sino en una tierra sin fronteras. Si todos pensáramos lo mismo lo
lograríamos.
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